COMUNIDAD
- Todas somos responsables de la comunidad, de cada hermana. Sirve, que para esto fuiste llamada.
- Respeta a las hermanas profunda y sinceramente para crear comunidades auténticas y
adultas. - Acepta a las hermanas tal como son, tienen derecho a ser distintas.
- Alaba con naturalidad las cualidades de las hermanas. Haz de esta celebración objeto de oración.
- Cultiva la educación en las relaciones interpersonales: pide por favor, da gracias, solicita perdón.
- Acoge, estimula, ayuda, sonríe, alienta, aplaude a los miembros del grupo. La corrección fraterna sólo tiene sentido en ambientes de amor.
- Sé tú misma, auténtica, transparente. No permitas la doblez y la falsedad. La sinceridad edifica la comunidad y abre nuevas posibilidades de convivencia.
- Vive las alegrías y tristezas del grupo como tuyas. Cultiva la actitud de la solidaridad.
- Procura amar y servir sin exigir devoluciones. Actúa con gratuidad y sencillez.
- Acepta y ama a cada una por ellas mismas. Interésate continuamente por las hermanas.
- Esfuérzate por comprender, perdonar y olvidar los roces malentendidos de cada día. Son inevitables pero es malo rumiarlos.
- No dramatices los pequeños roces de cada día. Usa el humor para no tomar demasiado en serio las pequeñeces humanas.
- Acoge al otro metiéndote en su piel. Vive unida a los miembros de la comunidad en actitud de fe.
- Cultiva el buen humor, la alegría, el optimismo, la esperanza y coopera con el bienestar de la comunidad.
- No critiques a las hermanas y, menos, a la espalda. No airees los defectos a menos que pueda ayudar a mejorar.
- Cultiva la apertura para que la comunidad no sea un ambiente cerrado y sin perspectivas.
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