TIEMPO…
Llegamos a Arenys de Mar… el tiempo se detiene.
Las personas desde los lugares de origen nos escriben con el ritmo característico que actualmente marca nuestra sociedad. En sus mensajes cuentan lo que aconteció tal día o los planes que se realizarán mañana…, “lo que me estoy perdiendo”.
Allá en la ciudad que me vio nacer y últimamente me ve correr, parece que se gana más porque se vivan más experiencias, porque se realicen más actividades por minuto, sin embargo aquí, frente al mar, infinito y azul, cierro los ojos, siento el viento, el sol, el sonido de las olas, de las gaviotas y me pregunto: ¿me estoy perdiendo algo?
Las lágrimas que corren por mis mejillas me dicen que no, que estos días, al hacer silencio, ablandar el lugar de la vida y ensancharlo con la experiencia de sentirme amada y aceptada por mí y por Dios he ganado mucho más que en un solo momento de satisfacción ante la misión bien realizada.
Ganar…, perder… son palabras que hacen referencia a realidades que aquí no pueden ser cuantificadas, ni pesadas ni medidas, sólo disfrutadas y guardadas en el corazón con profundo agradecimiento.
ORACIÓN
Realidad total que lo envuelve todo, viviendo la unidad que somos en Dios, permitiendo que el amor de Dios me alcance el corazón con la única finalidad de seguir siendo lo que somos: unidad en Dios.
Desde lo profundo de nosotros mismos, nos abrimos al Misterio, a la Presencia que nos habita, un Misterio que es más que nosotros, a ese Misterio que nos habita en el centro íntimo de nosotros mismos y nos hace ser. En ese lugar, no tenemos que hacer nada más que dejarnos amar y descansar en esa realidad. Nos dejamos permanecer en Él, con la sensación de ser en Él, en el Silencio, en el puro Presente.
PRESENTE
Vivir el presente, el aquí y ahora donde todo está bien. En el presente aceptamos lo que somos. Eso significa amor y humildad. Sólo viviendo en el presente podemos ser felices, dejando que nuestra niña interior sea eso, niña, y sea feliz porque vive en el presente.
Lo único que existe es el presente, que integra y unifica. El pasado es memoria, recuerdo; el futuro, expectativa, miedo, espera o esperanza. Pero aunque sólo existe el presente, muchas veces no vivimos en él, o bien miramos hacia atrás, lo que nos lleva a la melancolía, o bien pensamos en el futuro produciendo ansiedad y angustia, porque el futuro siempre es incierto.
En el presente no hay sufrimiento (aunque haya dolor); el presente es plenitud: conciencia, libertad, dicha, comunión, unidad. El sentimiento y la conciencia de ser siempre están presentes. La sensación de que estar en el presente, permitiéndose ser nos da la posibilidad de conocernos, de reconocernos y de hacernos valiosos. Es lo único que existe en toda persona. Descansar en el presente, asumiendo la identidad personal, en Dios que es fundamento todo.
DOLOR Y SUFRIMIENTO
Somos pura necesidad y de ahí el dolor y el sufrimiento. Una cosa es el dolor, que es inevitable y otra cosa es el sufrimiento. Los demás son despertadores de algo interior que no conocemos, es verdad que nos producen dolor, el dolor duele, pero no hace daño, se convierte en oportunidad de crecimiento, en maestro sabio que nos irá introduciendo más y más en el misterio luminoso de la vida.
Es bueno que lo dejemos doler porque así se cura, porque puede ayudarnos a crecer abriendo puertas que conducen a espacios interiores, a los que de otro modo no entraríamos y, cuando entramos, los descubrimos llenos de riqueza y esto nos hace profundamente humanos.
Los otros pueden provocarme dolor, pero no sufrimiento, el dolor no lo puedo evitar, el sufrimiento, sí, porque nos hace daño; el sufrimiento supone quedarnos en la mente, dando vueltas a nuestro dolor, en la ignorancia de quienes somos, estando lejos de nuestro yo profundo y de nuestro presente.
Cuando sentimos angustia en el estómago, cuando nos ahogamos, siempre es posible respirar profundamente, desde nuestro lugar profundo, sentirse, dialogar con nuestra niña interior, escuchar la respuesta y acogerla; siempre es posible acogerse a sí misma, aceptar lo que nos ocurre sin reducirnos; es preciso observar lo que nos pasa y tomar distancia, quitando importancia a lo que la mente había dado tanta y traducir el malestar en dolor concretizándolo en el presente.
No perdemos nada de lo que somos sino que nos encontramos lo que somos en realidad: uno en Dios.
FRUTOS
Las personas, desde los lugares de origen, también nos dicen que aprovechemos esta oportunidad, que luego tocará dar frutos; petición inútil si se piensa en el rosal que no se cuestiona ni se preocupa por la rosa que nacerá en primavera sino que se sólo se ocupa, en estos meses de invierno, en fortalecerse, en llenarse de savia, de provisiones que luego, si Dios quiere, serán el origen de algunas flores.
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