sábado, 8 de octubre de 2011

DE NUEVO


Otra vez -te conozco- me has llamado.
Y no es la hora, no; pero me avisas.
De nuevo traen tus celestiales brisas
claros mensajes al acantilado del corazón, 
que, sordo a tu cuidado,
fortalezas de tierra eleva, 
en prisas de la sangre se mueve, 
en indecisas torres, arenas, 
se recrea, alzado.
 
Y tú llamas y llamas, y me hieres,
y te pregunto aún, Señor, qué quieres,
qué alto vienes a dar a mi jornada.

Perdóname, si no te tengo dentro,
si no sé amar nuestro mortal encuentro,
si no estoy preparado a tu llegada.

1 comentario:

  1. Escuchar la llamada, ya es un GIGANTESCO paso. Tú al menos, le has dicho que sí sin reservas y seguro que eso mitiga el efecto de (como tú dices) no estar preparada.
    ¡Ánimo!

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