De vez en cuando, cuando parece que se cierne sobre mí “la noche oscura” cuando estamos solos Él y yo, sin nadie más, aunque a veces esté rodeada de gente, siento que Jesús me invita a mirar la cruz de manera diferente, sin ver en ella sólo sufrimiento e injusticia.
Muchas veces me viene a la mente una pregunta que me hizo un amigo la pasada Semana Santa: “Elena, ¿qué adoraste la noche del Viernes Santo?” Yo le respondí: “la humanidad de Jesús”. Y él, muy serio me dijo: “Eso es precisamente lo que Jesús quiere que adores en este momento Su humanidad y tu humanidad”.
Por eso, porque quiero que cures mis pies para caminar por dónde me hace feliz, para avanzar con paso fuerte y segura de lo que quieres de mí, para dejar “huella” en todo el que me encuentre hoy. Adoraré tus pies heridos, tus pies de mensajero, que trae la paz, que trae la paz a mi corazón. Yo adoraré, Señor, yo abrazaré tu cuerpo herido; yo abrazaré tu cruz; Tu humanidad y también mi humanidad.
Cura mis rodillas, Señor, y hazlas fuertes. Quiero comprender que el camino no es fácil y caeré, pero Tú eres la fuerza para levantarme de nuevo. Hazme fuerte, Señor. Adoraré tus rodillas, que soportaron mis caídas, y se doblaron ante mí. . Yo adoraré, Señor, yo abrazaré tu cuerpo herido; yo abrazaré tu cruz; tu humanidad y también mi humanidad.
Cura mis manos, Señor, y hazlas suaves, que sepa con ellas levantar al que está caído, que aprenda a acoger a los que me rodean y que sienta, Señor, que tú me abrazas en cada momento de mi vida, de mi día, incluso en el sufrimiento. Adoraré tus manos suaves, y las heridas que las traspasan, con ellas me alzaste y me abrazaste en mi sheol. . Yo adoraré, Señor, yo abrazaré tu cuerpo herido; yo abrazaré tu cruz; Tu humanidad y también mi humanidad.
Cura mi rostro, Señor, para que sea muestra de lo que siento, para que no pierda la alegría, para tener siempre una mirada de cariño y apoyo. Adoraré tu rostro herido y Tu semblante sin hermosura. Y en cada espina de tu cabeza veré a mi Dios. . Yo adoraré, Señor, yo abrazaré tu cuerpo herido; yo abrazaré tu cruz; Tu humanidad y también mi humanidad.
Cura también mi pecho, Padre, que mi corazón nunca deje de latir por ti para tenerte siempre presente en mi vida. Cura las heridas que tengo por las lanzas que me atraviesan cada día y me dañan mi corazón. Abraza fuerte mi pecho, Padre, para sentirte siempre a mi lado. Abrazaré fuerte tu pecho y escucharé tus latidos, y de la herida de tu costado yo beberé. Yo adoraré, Señor, yo abrazaré tu cuerpo herido; yo abrazaré tu cruz; Tu humanidad y también mi humanidad.
Impulsada por tu Amor, quiero entregarme a donde Tú me envías y aceptar con gozo las incomodidades de la vida diaria y de la escuela, así completaré en mí lo que falta a tu Pasión.
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